El peso de las hormonas. La población descansaba nueve horas en 1960; hoy, seis. El problema es que la carencia de sueño está relacionada con el aumento de peso, según varios estudios, entre ellos una revisión de 30 trabajos de la Universidad de Warwick. Los niños que más duermen durante los primeros 11 años tienen menor riesgo de engordar. Además, en un experimento realizado a 68.183 mujeres adultas, aquellas que descansaban cinco horas o menos ganaron 4,3 kilos más que las que dormían siete.
La dieta de la noche. “The Overnight Diet”, creada por Caroline Apovian, directora de Nutrición del Centro Médico Boston, arrasa en EE.UU. Este método se basa en la descomposición de los nutrientes y en el funcionamiento de la insulina, una hormona que regula el almacenamiento de grasa. Su teoría: cuanto más azúcar tenga una comida, más se intensifica esta hormona y más se engorda. Esta dieta no mezcla hidratos de carbono con proteínas, porque juntos aumentan los niveles insulínicos. El pescado, la carne o los huevos se reservan para la cena, menos un día a la semana en el que se consumen batidos proteínicos. En la cena, están prohibidos azúcares y harinas, pues el organismo los transforma en grasa mientras se duerme. Al no tener reserva de carbohidratos al llegar a la cama, el organismo gasta las reservas de glucosa y de grasa
Cosmética nocturna. Existe la creencia de que aplicarse cremas anticelulíticas de noche es más efectivo que de día. ¿Mito o realidad? Aunque no hay evidencia científica, dermatólogos afirman que es lógico pensar que estar en reposo aumenta la acción de los anticelulíticos. Mientras dormimos, el flujo sanguíneo disminuye y esto hace que los ingredientes de los productos penetren mejor. Además, la posición horizontal favorece la eliminación de líquidos y de residuos, lo que oxigena los tejidos y evita problemas de circulación y la piel de naranja. Asegúrate de masajear bien la zona a tratar con la crema.
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