domingo, 17 de abril de 2016

Dieta Paleo: ¡Sí, funciona!

Si buscas en Google comentarios sobre la dieta Paleo aparecen testimonios como: “Es la dieta con la que más peso he perdido” o “Es lo mejor del mundo. Parece que me llevo comisión por hablar de la dieta Paleo, pero es que sienta tan bien”, menciona otra chica que la sigue en su perfil de Instagram junto al hashtag #Paleoqueteveo. Puede que pienses que es una dieta más en la extensa lista de regímenes que brotan por la red para perder peso. Sin embargo, desde que el Instituto Médico Europeo de la Obesidad concluyera el pasado mes de enero que la dieta Paleo fue una de las dietas de 2015 más saludables para perder peso, decidimos investigar más y comprender por qué muchas de las personas que la han probado afirman tan rotundamente que funciona, reconvirtiendo incluso su estilo de vida hacia esta dieta. Porque, tal y como afirman sus creadores, la dieta Paleo es una filosofía, un estilo de vida que apuesta por la vuelta a los orígenes inspirados por esta premisa: el cuerpo humano en su ADN está programado para vivir (y comer) como un cazador-recolector. Y es que, según sus incondicionales, el cuerpo humano ha evolucionado muy poco desde el Paleolítico en comparación con el desarrollo de la alimentación, que ha cambiado de forma vertiginosa. Un desequilibrio cuerpo-alimentación que, dicen, puede ser el causante de muchas de las enfermedades que padecemos hoy en día. De vuelta a los orígenes En este contexto, la dieta paleolítica apuesta por recuperar la comida que ayudó a nuestros antepasados a sobrevivir durante miles de años, evitando ciertos alimentos que sientan mal a la mayoría de las personas y apostando por los que nos hacen tener más energía. Todo esto se traduce en no tomar alimentos procesados, ni azúcares ni granos procesados; en reducir el consumo de cereales (permiten el arroz blanco), legumbres (los más estrictos evitan garbanzos, lentejas y soja) y lácteos (permiten los fermentados y recomiendan evitar los procesados) y potenciar el de carnes magras, pescado, mariscos, frutas y verduras. Pero como todo en esta vida, aunque hay seguidores que cumplen sus principios a rajatabla, hay una tendencia generalizada de personas que la practican de una forma más relajada, tanteando los alimentos que les sientan mal y los que no para descartarlos o incluirlos de forma progresiva en su dieta. Sea como fuera, la realidad es que son muchas las personas que, tras experimentar de alguna u otra manera con este tipo de alimentación, se han acabado convirtiendo en seguidores. Otro testimonio es de Charlie Centa que lanzó un proyecto Paleo, PaleoPapeo, una web de referencia para los amantes de la vida sana. En su Web afirma: “No creo que sea una dieta. Creo que es la dieta. Con la dieta Paleo comes lo que tu cuerpo te pide biológicamente y ya está. Y cuando comes bien tu cuerpo vuelve a su forma natural. Aprender a comer bien es lo más valioso que puedes sacar a la dieta Paleo”, cuenta el modelo. Por otro lado, la nutricionista María Ángeles Herráiz Sanz, del equipo de nutricionistas de centros deportivos GO fit, da las claves (y los posibles inconvenientes) de la dieta al diario El País. Se pierde peso de forma efectiva Aunque los más puristas no relacionarían esta dieta con la pérdida de peso como objetivo prioritario –se trata más de una filosofía de vida que pretende alinear nuestra alimentación con nuestra genética–, la realidad es que uno de los fines por los que la practica mucha gente es precisamente la pérdida de peso que se experimenta con ella, progresiva y gradual. “Cuando probé la dieta Paleo por primera vez, mi intención era encontrar la mejor manera de controlar mi cuerpo con facilidad. Primero la hice durante 10 días sin hacer ejercicio y perdí 3 kilos de grasa. Había podido cambiar mi cuerpo muy rápido sin ningún esfuerzo. No había contado ni una sola caloría y no sentía que estaba a dieta”, explica Charlie Centa. Una realidad que confirma la nutricionista: “Se puede perder peso ya que se retiran los carbohidratos como harinas, cereales, alimentos refinados y azúcares. Además, al comer proteína magra se mejora la sensibilidad a la insulina, no se come en exceso, se está más saciado entre horas y se mejora el metabolismo”. Y a todo esto se añade otra realidad que confirman desde el Instituto Médico Europeo de la Obesidad: el mantenimiento de la masa muscular gracias a un completo aporte de aminoácidos esenciales. “Cubre las necesidades de macro y micronutrientes, reduce el consumo de anti-nutrientes, controla la producción de insulina, protege frente a enfermedades degenerativas y asegura el aporte balanceado de Omega 3 y 6”. Más energía y concentración Es otra de las bondades que tiene la dieta Paleo según sus creadores. Y es que, tal y como explica Charlie Centa en su blog, la dieta le afectó muchísimo en el plano mental. “En esta época tenía un blog donde escribía artículos todos los días y con la nueva dieta podía concentrarme mucho mejor. Lo más notable para mí fue que mejoró mi capacidad para dormir. Antes me costaba mucho y después de empezar con la dieta me dormía con mucha más facilidad”, afirma. Menos colesterol La nutricionista Mº Ángeles Herráiz Sanz, asegura que los estudios realizados sobre cazadores recolectores sugieren que tenían muy bajos los niveles de colesterol en sangre y una tasa baja de enfermedades cardiacas. Y es que, según la experta, la explicación está en el hecho de tomar más grasas monoinsaturadas (presentes en frutos secos, aceite de oliva y aguacates) y moderar las saturadas y poliinsaturadas (presentes en carnes y lácteos enteros). Sentirse saciado Otro de los principios de esta dieta es hacer, frente a las consabidas 5 comidas al día, tan solo 3 ó 4, incluyendo en cada una de ellas proteínas magras, vegetales y grasas saludables. Tal y como explica Herráiz, esto no supone un inconveniente ya que en esta dieta, al tomarse más proteína magra, la sensación de saciedad es mayor. Alimentos vetados, ¿o no? Dos de los aspectos que más llaman la atención de esta dieta es el hecho de reducir o evitar el consumo de legumbres, lácteos y cereales. Los defensores de esta corriente dicen que el objetivo es moderar la producción de insulina ya que, dicen, nuestra genética no está preparada para este tipo de alimentos, una premisa que la experta en nutrición (y muchos otros) ponen en duda. “No hay que dejar de comer todo los alimentos que prohíben. Nuestra alimentación no puede ser blanca o negra, es decir, no creo que haya que eliminar cereales, ni lácteos, pero sí reducir su consumo respecto al de otros alimentos a los que estamos mejor adaptados y ver cuál es tu grado de adaptación. Desde mi punto de vista, la dieta más equilibrada es una dieta variada en la que no se prohíba ningún alimento”, explica la experta. Por su parte, sus seguidores proponen otras alternativas a esos alimentos prohibidos: ghee (mantequilla clarificada), lácteos fermentados como el yogur y el kéfir, quesos y leche cruda en lugar de lácteos pasteurizados o yogures procesados; judías verdes, guisantes y arvejas en lugar de soja, lentejas y garbanzos, y chocolate al 99 % de cacao. Para tener en cuenta Si quieres comenzar a seguir esta dieta, debes tener en cuenta varias cosas. Primero, debes hacerlo de forma gradual y siempre que tengas un buen estado de salud ya que, tal y como aconseja la experta, ni pueden llevarla a cabo embarazadas (ya que la mayor fuente de calcio son los lácteos) ni personas con problemas renales a los que se haya recomendado reducir la ingesta de proteína animal. Y sobre todo, es importante no seguirla como una religión. “Es muy difícil hacerlo en el mundo moderno y todos tenemos nuestros obstáculos”, explica Centa, que insiste en la importancia de analizar cómo los alimentos nos afectan realmente a cada uno. Eso sí, tal y como recuerdan desde el Instituto Europeo Médico de la Obesidad, el elevado aporte proteico de esta dieta “esconde el riesgo de desarrollar algunas enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación”.

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