sábado, 19 de diciembre de 2015

Microbiota, con el frío desencadenan la pérdida de grasa

Puede ser que en el futuro, el mejor tratamiento para la obesidad se deba buscar en el interior del organismo: en las bacterias intestinales.

Una investigación, publicada en Nature Medicina y replicada en el portal Abc, revela que las bacterias intestinales, llamadas microbiota, parecen tener un gran impacto en la forma en la que se absorben las calorías, pero también en cómo se desarrolla la grasa.

En concreto, investigadores de la Universidad de Ginebra (Suiza) detectaron en ratones que la ausencia de estas bacterias genera un potente efecto antiobesidad: desencadena un mecanismo metabólico sorprendente que hace que las células de grasa blanca, que cuando están en exceso causan obesidad y resistencia a la insulina, se transformen en células similares a la grasa parda o grasa beige, que justamente hace todo lo contrario: protege nuestro organismo del exceso de peso y de sus dañinas consecuencias.

Este descubrimiento podría abrir la puerta a tratamientos completamente nuevos para la obesidad, la epidemia del siglo XXI.

Igual que existe un colesterol "bueno" y "malo", el metabolismo cuenta con dos tipos de tejido graso: uno blanquecino responsable de los "michelines" y otro pardo o marrón, una grasa "buena" que consume calorías para mantener la temperatura corporal adecuada.

En los seres humanos sanos, el tejido adiposo blanco constituye aproximadamente el 25 por ciento de la masa corporal. Sin embargo, cuando hay demasiada grasa blanca se produce resistencia a la insulina y diabetes. Por el contrario, la grasa marrón mejora la sensibilidad a la insulina y está inversamente correlacionada con la obesidad.

Grasa parda

Pero en ocasiones puede surgir la grasa parda o beige, que el cuerpo produce como respuesta al frío o el ejercicio. Estas células similares a la grasa marrón pueden aparecer dentro de la grasa blanca, un fenómeno conocido como "oscurecimiento". Aunque el origen de estas células de color beige parece igual que el de la grasa blanca, su función es diferente: cuanta más grasa parda haya en el tejido adiposo blanco, más calorías se queman.

Esto sugiere que estimular el crecimiento de este tipo de grasa podría ser una manera de reducir la resistencia a la obesidad y la insulina. Y esto es justamente en lo que muchos laboratorios llevan años trabajando: la panacea contra la obesidad.

Y en esta búsqueda del "santo grial" antiobesidad los científicos están empezando a descubrir la importancia de las relaciones entre la microbiota y su huésped humano.

Cada vez hay más estudios que confirman su impacto en la regulación de múltiples vías metabólicas, en la interconexión entre el tracto gastrointestinal, la piel, el hígado, el cerebro y otros muchos órganos.

Lo que lograron los investigadores suizos es demostrar que además, la microbiota, o en este caso su ausencia, tiene un impacto directo sobre la obesidad.

Los expertos vieron que la microbiota de las personas obesas tiene una composición específica y diferente al de las personas más delgadas.

De hecho, los ratones libres de esta bacterias, es decir, manipulados desde su nacimiento para no tener microbiota, que recibieron trasplante de microbiota de personas obesas, tienden a desarrollar obesidad y resistencia a la insulina.

"Después de haber observado que la microbiota puede afectar a la aparición de la obesidad, sospechamos que la eliminación de la microbiota puede cambiar la sensibilidad a la insulina mediante la modificación de la cantidad y el equilibrio de estos diversos tipos de grasa", explica Mirko Trajkovski, autor principal del estudio.

Ratones 'estériles'

Para confirmar su hipótesis, los investigadores alimentaron a tres grupos de ratones - libres de gérmenes, normales y ratones previamente tratados con altas dosis de antibióticos que había destruido su microbiota- con una dieta alta en calorías.

Y los resultados mostraron que mientras que los ratones normales expuestos a una dieta alta en calorías desarrollaron obesidad y resistencia a la insulina, los otros dos grupos no. De hecho, se mantuvieron delgados, mejoraron su sensibilidad a la insulina y toleraron mejor la glucosa. Y lo más relevante: se produjo una reducción en su grasa blanca, mientras que aumentaron sus niveles de grasa marrón.

CAMBIA CON EL FRÍO

El hecho de eliminar la microbiota, explican los investigadores en Nature Medicine, estimulaba el desarrollo de la grasa de color beige dentro de la grasa blanca, de la misma forma que cuando uno se expone al frío o el ejercicio. Pero, ¿cómo funcionaba esto? Parece ser, comentan, que todo depende de un tipo específico de células, los macrófagos.

Macrófagos

Los macrófagos, dicen, son un componente esencial del sistema inmunológico y cumplen diversas funciones metabólicas, y se expresan de diferente forma en respuesta a las señales ambientales, un proceso llamado "polarización". Y los macrófagos polarizados se pueden clasificar en dos grandes grupos: M1 y M2, y es este último el que actúa sobre el tejido adiposo y aumenta la producción de grasa de color beige.

Pero aunque tratar a los humanos con altas dosis de antibióticos parece poco realista, reconocen los investigadores Nicolás Suárez-Zamorano y Salvatore Fabbian, sí que es un primer paso para explorar los genes bacterianos exactos responsables de este fenómeno.

Fagos bacterianos

Así, explica por su parte Trajkovski, el objetivo es buscar tratamientos clínicos efectivos contra la obesidad usando antibióticos particulares, así como fagos bacterianos, una especie de virus que sólo mata cepas bacterianas específicas.

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