Lo primero, un desayuno con alimentos sabrosos. Por ejemplo, huevos, salchichas y leche con avena, incluso con un poco de miel que se ponga en la avena habremos saciado nuestras ganas de dulce hasta la próxima comida.
Segundo, comiendo verduras de hoja verde como el brócoli, espárragos o espinacas, que proveen al organismo de minerales como el magnesio, que incrementan la energía y reducen las necesidades de azúcar.
Tercero, evitando los edulcorantes artificiales. Los refrescos dietéticos estimulan las ganas de consumir azúcar real.
Cuarto, tomando el sol, siempre bajo control, claro. La vitamina D nos ayuda a producir serotonina, la hormona del bienestar que te ayuda a controlar los deseos de azúcar.
Quinto, comiendo grasas (saludables), provienen de las nueces, el aguacate y el aceite de oliva, y ayudan a estabilizar el azúcar.
Sexto, durmiendo 8 horas. La falta de sueño estimula la ansiedad por azúcar.
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