martes, 19 de septiembre de 2017

Nueva tecnología diagnostica la raíz del problema de peso



Los resultados de un examen de laboratorio mal hecho pueden derivar en un diagnóstico y tratamiento de una patología equivocada, generando grandes problemas de salud al paciente. Sucre cuenta ahora con el primer equipo médico de Bioimpedancia Eléctrica, que mide con precisión los porcentajes de líquido, grasa y masa corporal de una persona, para coadyuvar a diagnosticar enfermedades de trastorno del metabolismo, derivado de patologías como tiroides, insulina, diabetes y otras enfermedades de tipo endocrinológico.

El médico endocrinólogo Pablo Marcelo Castillo tiene en su consultorio particular, ubicado en el primer piso de la calle Rosendo Villa N° 14, el equipo médico de Bioimpedancia Eléctrica, avalado con diferentes estudios debido a su precisión al medir la cantidad de grasa, músculo y agua, componentes fundamentales del organismo de una persona.

De última generación

Castillo informa a ECOS que este equipo, de última generación, es el segundo en Bolivia y el primero en Sucre. Fue desarrollado en una empresa alemana que se caracteriza por producir instrumentos médicos de calidad y su precio bordea los 30.000 dólares. Creado en la década de los 80, fue mejorando con el paso de los años.

“La máquina, como es de origen alemán, tiene un software con diferentes estructuras para programar de acuerdo a la raza, etnia, edad o género”, explica el galeno.

“Los latinoamericanos somos diferentes a los europeos o americanos; la musculatura, la cantidad de líquido y de grasa de cada persona debe estar de acuerdo con el organismo, la talla, la edad, el género y otros parámetros”.

Para someterse al estudio hay que subirse a la máquina sin portar objetos metálicos. El equipo funciona enviando pequeñas descargas eléctricas que rebotan en distintas partes del cuerpo. Está disponible solo para mayores de 18 años y no pueden acceder a ella personas con marcapasos o prótesis activa; tampoco es recomendable para gente con arritmia cardíaca.

¿Quiénes se hacen el estudio?

Castillo dice que los pacientes acuden a su consultorio generalmente con dos problemas: con sobrepeso o los que quieren ganar peso y masa muscular.

En el primer caso, no saben con exactitud cuál es su problema. Como no pueden bajar de peso especulan y dicen, por ejemplo: “tengo retención de líquidos”, “tengo esta complexión genética” o “mis huesos son gruesos”.

La gente también tiene tendencia a escuchar los consejos de amigos sobre tal o cual producto o medicamento. Entonces, se automedica con lo que esté disponible en el mercado, incluso con medicinas sin registro sanitario.

“Esos medicamentos son en realidad diuréticos que hacen que la persona se deshidrate y pierda peso. Cuando dejan de consumirlos vuelven a tomar líquido y nuevamente suben de peso, y ahí está el ‘efecto rebote’ porque, en realidad, nunca perdieron grasa sino agua, (solo) se deshidrataron, poniendo en riesgo la estructura del riñón o del hígado, sin conseguir lo que realmente querían”, explica Castillo.

También se refiere a quienes hacen ejercicio en el gimnasio para bajar de peso sin haberse sometido a exámenes previos.

“Ellos piensan que no bajan de peso, sin embargo su musculatura es bastante elevada. Entonces, en vez de hacer tanta máquina tendrían que comenzar a hacer más cardio o complementar con la alimentación lo que les falta. Pero para eso necesitan una guía”, dice a continuación.

Centro Médico Integral

La gerente general del Centro Médico Integral y especialista en obesidad como couch nutricional, Carmen Alba, valora que el doctor Castillo “da la luz para solucionar el problema desde el inicio hasta el final, porque ya no se especula con lo que se supone se tiene”.

Este centro médico cuenta con el único laboratorio que tiene un equipo para estudiar hormonas y marcadores tumorales; por tanto, ya no se mandan muestras a ningún lado.

Castillo atiende a gente con problemas de hormonas, sobrepeso y diabetes, entre otras patologías, trabajando de manera articulada con un equipo de laboratorio y de profesionales en el área de psiquiatría, psicología, kinesiología, fisioterapia, endocrinología, medicina general, nutrición, catering de alimentación saludable y entrenamiento personalizado. Puede engranar una estructura bastante objetiva del resultado que necesita el paciente.

“El paciente no saldrá del consultorio con el estudio en sus manos preguntándose qué hará con la grasa que tiene, si tendrá que caminar o ir al gimnasio para reducirla; será asesorado integralmente. La combinación de la parte médica, la alimentación y la actividad física son esenciales”, expresa él, antes de aclarar que “todavía no existe una tableta mágica que haga todo el trabajo”.

Laboratorios equivocados

Alba sostiene que el estudio que hace la máquina es preciso y garantizado. “Hay muestras con un porcentaje de falla por el solo hecho de ser enviadas a otros departamentos. Aunque estén congeladas, tienen un porcentaje de falla y un proceso de descomposición porque se carece de una cadena de frío. Esto provoca el diagnóstico de muchas enfermedades equivocadas”.

Dice que, por ejemplo en Sucre, hay muchos casos de hipotiroidismo diagnosticados. Llegan al consultorio del doctor Castillo pacientes medicados desde hace diez años con enfermedades mal diagnosticadas, es decir, “de cada diez casos diagnosticados con hipotiroidismo que Castillo atiende, solo uno o dos son verdaderos”.

Atendieron el caso de una mujer que estuvo con tratamiento psiquiátrico como para un psicópata, cuando en realidad solo tenía un problema de insulino resistencia. Ahora está desintoxicada y se aproxima al peso ideal, sin ningún tipo de medicación.

Actualización médica

Alba también destaca la importancia que tiene la actualización de los galenos. Dice que hay medicamentos de hace 20 años que ya no se utilizan en otros países pero aquí se siguen recetando. Entonces, el paciente se desgasta, se desmotiva y empeora su salud.

Asegura que, al llegar a este centro médico, “de estar tomando diez medicamentos pasa a consumir dos, porque los fármacos que tomaba son obsoletos.

Los costos

La consulta con el endocrinólogo Castillo tiene un costo de Bs 200 y el estudio con el equipo médico de Bioimpedancia Eléctrica, Bs 150.

Primero se hace la consulta médica. Luego, según la historia clínica del paciente, se procede con los exámenes de laboratorio. Finalmente llega el tratamiento, según la política de Castillo, con el apoyo del equipo de profesionales, para ver si se necesita dieta o solo un entrenamiento físico. Generalmente, el organismo se estabiliza después de uno a tres meses.

Además, enseñan al paciente cuantas veces debe comer al día, qué comida saludable debe consumir o si requiere de un catering de alimentación específica. Es decir, se le dan varias opciones para que pueda asumir un cambio de vida.

Los interesados en obtener más información pueden llamar a los siguientes teléfonos: (4)64-58821 y 76083025. •

Video Personas que tienen Bulimia y Anorexia

viernes, 15 de septiembre de 2017

La obesidad como una adicción



Si bien las causas de la obesidad son muy diversas, el consumo excesivo de alimentos representa un factor fundamental. Cuando el consumo se torna compulsivo y descontrolado, a menudo se lo considera una “adicción alimentaria”; este concepto, sin embargo, ha motivado mucho debate, tanto en términos clínicos como científicos.

La adicción a los alimentos, incluso en ausencia de consecuencias desfavorables, sociales y sobre la salud, parece reflejar el patrón adictivo a ciertos componentes de la dieta y es similar al comportamiento adictivo para otras sustancias.

Tanto los alimentos como los fármacos inducen tolerancia en el transcurso del tiempo, de modo que se requieren cantidades más importantes para alcanzar o mantener la intoxicación o la saciedad. En ambos casos, también, la interrupción del consumo se asocia con síntomas de abstinencia, como distrés o disforia. La incidencia de recaídas es común en ambas situaciones. Debido a que los síntomas vinculados con la adicción a los alimentos son similares a los definidos para el abuso de sustancias y la dependencia, algunos grupos consideran que la adicción a los alimentos debería considerarse una enfermedad psiquiátrica.

Clásicamente, el término de adicción se utilizó para aquellas sustancias que inducen la activación de las vías mesolímbicas de la recompensa; sin embargo, más recientemente el concepto fue ampliado, de modo que actualmente incluye los "comportamientos adictivos". De hecho, el sistema mesolímbico asociado con la recompensa también es activado por actividades placenteras adictivas. Los opiáceos endógenos también son importantes en este sistema; se activan fundamentalmente en respuesta a la ingesta de alimentos dulces. Se ha visto que la naltrexona reduce el consumo compulsivo de alimentos y drogas.

Los pacientes sometidos a cirugía bariátrica por obesidad pueden presentar, después, comportamientos adictivos para otras sustancias, un fenómeno que se conoce como "transferencia de adicciones". Se ha sugerido que los alimentos más apetitosos, por ejemplo los muy dulces, los muy salados y aquellos con alto contenido de grasas, son capaces de generar un comportamiento adictivo, similar al que inducen ciertas drogas.

Si bien este fenómeno pudo haber sido beneficioso en otros tiempos, por la conversión rápida en energía, en las últimas generaciones, el entorno alimenticio ha variado de manera considerable. Las nuevas tecnologías modifican ciertos productos con la finalidad de hacerlos más “agradables” y competitivos en el mercado.

En este caso, la capacidad de brindar recompensa también se incrementa. Los alimentos hipercalóricos y ricos en grasas son, en la actualidad, muy abundantes y muy accesibles en las sociedades occidentales. A diferencia de las drogas de uso ilícito, el consumo de alimentos es relativamente económico y legal, con lo cual se favorecen, de manera importante, las conductas adictivas relacionadas.

No todas las personas que consumen drogas se tornan adictas; de la misma manera, no todos los individuos expuestos a alimentos ricos en calorías y grasas adoptan un comportamiento adictivo. Estas diferencias en la susceptibilidad obedecerían, al menos en parte, a la predisposición genética y a la adaptación cerebral al uso excesivo en el transcurso del tiempo, especialmente mediante la menor expresión de receptores dopaminérgicos D2, vinculados con el comportamiento adictivo.

La vulnerabilidad también puede relacionarse con los rasgos de la personalidad.

En este contexto, los sujetos obesos tienden a ser más sensibles a la recompensa y el castigo y a presentar conductas más impulsivas, por mecanismos que difieren de aquellos que motivan la ingesta fisiológica de alimentos. Los alimentos muy apetitosos, al igual que otras sustancias adictivas, pueden generar placer y reducir el dolor. También se ha visto que la ingesta de alimentos puede utilizarse como un método de automedicación, en respuesta a los estados emocionales negativos, como la depresión, la ansiedad, la soledad, el aburrimiento, el enojo y los conflictos interpersonales.

Sin duda, las elecciones personales también explican por qué un subgrupo de pacientes con obesidad perpetúa el conflicto que genera el seguir comiendo o deja de hacerlo. Si se acepta que la obesidad es una adicción, el abordaje de los sujetos con obesidad debería modificarse considerablemente; de hecho, la búsqueda de adicciones debería formar parte obligada del estudio de estos enfermos.