viernes, 16 de junio de 2017

Hay alternativas de comida sana frente al aumento de la obesidad


Toca el timbre, es recreo y los alumnos del colegio Cástulo Chávez se vuelcan al quiosco de la portera Elena Soliz. Allí, en lugar de los asaditos, empanadas o panchitos con mayonesa, predominan naranjas, mandarinas, manzanas, gualeles y productos saludables como yogur con granola, tujuré o jugo de quinua; hay hamburguesas elaboradas con lenteja y soya; y los jugos de fruta también sacan amplia ventaja a las sodas.

“Al principio costó, pero los chicos ya están acostumbrados a comer sano; ahora solo cuesta que los alumnos nuevos se habitúen”, dice doña Elena.

Este fenómeno no es casual, responde a una campaña ardua que duró años, ideada a partir de las cifras alarmantes de obecidad, cifras que por lo menos en nuestro medio no se han actualizado. Angélica Fierro, responsable del programa de enfermedades no transmisibles del Sedes, señala que los datos que existen sobre obesidad datan de 1998 y que solo hay estimaciones (hechas en 2012) que reflejan que, en Santa Cruz, un 26% de la población entre 25 y 59 años tenía sobrepeso y la obesidad alcanzaba al 32%.

En el mundo
Un estudio de la universidad de Washington alertó el martes en un foro sobre comida y alimentación en Estocolmo que unos 2.200 millones de personas en el mundo padecen obesidad. Es decir, el 30% de la población tiene sobrepeso, lo que convierte a esta condición en un problema de salud pública. “Los que aumentan de peso lo hacen a riesgo propio de padecer enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer y otros padecimientos que amenazan la vida”, aseguró Christopher Murray, uno de los autores del estudio.

Cambio de mentalidad
Pese a esta situación, se tiene, aunque pocas, algunas iniciativas saludables. La del colegio Cástulo Chávez es una de ellas, ya que desde 2013 empezaron a cambiar las papas fritas y sodas por alimentos nutritivos.

El exdefensor del pueblo Hernán Cabrera señala que la iniciativa nació de esa institución y que el Cástulo Chávez fue el colegio piloto. “Fue un trabajo arduo porque se debió cambiar la mentalidad de los padres y los estudiantes para que mejoren su alimentación”, señala, además de considerar que esto debería ser una política pública.

La portera, por su parte, agrega que una vez cambiado el hábito, su margen de ganancia es igual a cuando vendía frituras y otros productos no saludables.

El colegio Cástulo Chávez además ha reforzado el hábito de la buena alimentación haciendo partícipes a los estudiantes. La profesora Isabel Calvimontes explica que llevan adelante su proyecto socioproductivo denominado Hábitos alimenticios que contribuyen a un estilo de vida saludable, mediante el cual los propios estudiantes construyen sus quioscos, preparan alimentos y los comercializan. En el turno de la tarde, el director Miguel Pérez indicó que tienen su proyecto Panadería escolar, en el que utilizan granos integrales y también preparan jugos de fruta.

¿Cómo se nutre el cruceño?
Rima Ribera observa que hay un alto consumo de alimentos grasos y dulces en Santa Cruz, además de sedentarismo, y sugiere adoptar medidas como cobrar mayores impuestos a los alimentos insalubres, lo cual ha dado buenos resultados en Chile, según refirió.

Por su parte, la nutricionista Carla María Justiniano lamenta el consumo de carbohidratos y frituras (papas fritas, arroz y plátano frito en un mismo plato) y la pobre ingesta de verduras en las mesas de los cruceños, lo que deriva en un aporte escaso de vitaminas, minerales y fibras y en el detrimento de la salud.

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